domingo, 7 de abril de 2013

Feliz Pascua.

Y aquí vengo yo, una semana después, deseando a mis anónimos lectores unas Felices Pascuas.

El final de trimestre fue un auténtico torbellino de sentimientos y de acontecimientos, por eso cuando llegó el  miércoles de vacaciones, miércoles santo, respiré aliviada, para qué vamos a negarlo.

Cogí el coche, rumbo Burgos, para vivir la Semana Santa como he hecho en años anteriores, sirviendo a los demás. Mucha gente no lo entiende, tampoco pretendo que lo hagan, pero si esas personas quieren una explicación, hace años escuché la frase "Si no vives para servir, no sirves para vivir" y se convirtió en mi "lema".

La evaluación final de la Pascua, inmejorable. Muy intensa y muy cansada, pero tremendamente satisfactoria e enriquecedora por diferentes motivos: el voluntariado, el grupo, mi grupo, las celebraciones, el ambiente...

Por las mañanas, tras unos puntos de introducción del día y un momento de reflexión/oración personal, acudía a un centro de las Hermanas Hospitalarias para acompañar a un grupo de discapacitados. No puedo poner palabras al ciclón de emociones que se revolvieron dentro de mi "trabajando" con ellos. Solo diré, que en ellos veo auténtico amor de Dios.
Por las tardes, celebrábamos los oficios en la Iglesia de la Merced. Participábamos activamente en la celebración, animando los cantos, leyendo, etc.
Por las noches nos recogíamos con una puesta en común en grupo pequeño de lo que habíamos vivido y un examen personal del día.

En definitiva, que aunque en el momento de marchar, me daba una pereza tremenda, una vez más no me arrepiento de haberme ido, porque han sido unos días geniales.





Este "arbolillo", presidió la capilla durante los 4 días. Me pareció una forma original de integrarnos a todos los participantes de la Pascua.


Nuestra "acreditación" en hospitalarias. Cada mañana nos enfundábamos la bata con nuestro cartelito y listas para trabajar.


El monumento en la Catedral, la Escalera Dorada. Es realmente precioso. Una pena que la Catedral sea un jolgorio, un ir y venir de turistas y peregrinos... y no invite precisamente al silencio y la oración.



Esta es la capilla que teníamos para nosotros. David se curró muchísimo la decoración. Esta es la del Jueves Santo.


Cuando digo que participamos activamente en las celebraciones, es que lo hicimos de verdad. Hasta el punto de dejarme cantar las letanías, ¡a mi!



Monasterio de las Huelgas. Burgos me encanta, se que es una ciudad pequeña, sin mucha cosa... pero me parece una ciudad con encanto, cargada de historia y de valor cultural.
Como me quedé un día más [de acoplada], aproveché para visitar las Huelgas porque nunca había estado. 



Y ahora, escribiendo a las 11 de la noche de domingo... puedo decir que se acaban las vacaciones. Que se han pasado en un suspiro, que tenía una larga lista de tareas pendientes para hacer durante estos días y no he cumplido ni la mitad... pero que he aprovechado para descansar, desconectar y recargar batería, que me hacía falta. Ah, y he aprovechado para que sean días cargados de amistad, ¿qué más puedo pedir?

Ahora, a por el tercer y último trimestre. ¡Con un par!

Nos vemos por la vida.


No hay comentarios: